Adsis Voluntarios Blog
Y LLEGÓ LA MEJOR EXPERIENCIA
No hace mucho tiempo que participo como voluntaria en la Asociación ADSIS, siempre he tenido interés y era una idea que me rondaba hace tiempo: vivir la experiencia del voluntariado. Fue poco después de acabar la carrera de Psicología cuando, casi de casualidad, comencé.
En varias ocasiones he pensado en expresar lo que significa la experiencia de este voluntariado para mí… realmente es un sentimiento, muy vivo e intenso, acompañado de un pensamiento claro y objetivo, que ha supuesto, por su magnitud y su calado, un gran crecimiento profesional, y mucho, mucho más enriquecedor en el ámbito personal.
Al principio, el desconocimiento de todo lo que implica estar privado de libertad, no era para mí un obstáculo, al contrario, tenía interés en conocer los aspectos más emocionales de las personas, que por una causa u otra, debían permanecer allí, en cómo evalúa cada uno de ellos su paso por la prisión, en cómo es su calidad de vida y un sinfín de aspectos más, los cuales han sido y serán importantes para mí.
Ahora, que ya ha pasado un poco de tiempo, y después de lo vivido estos últimos meses con el confinamiento, he recordado gran cantidad de pequeños detalles de cada una de las personas con las que he tenido relación, tanto en el taller de Videoforum como en el Campo de Trabajo.
Con respecto al Taller de los sábados, el de Videoforum, la tarea de buscar y escoger una película (sin saber si sería de su agrado o no), entablar un diálogo posterior y escuchar lo que les provocaba era mucho más profundo y dilatado que los comentarios que podías tener con algún amigo cuando sales de ver, en el cine, la última película de la cartelera.
Percibía que, para algunos de ellos (pocos) solo era un taller más, en cambio, para la mayoría era una especie de bocanada de aire que venía de fuera, una ventana abierta al exterior. Esto suponía, para mí, un aliciente para el próximo sábado, cuando alguno de ellos preguntaba por la próxima película o nos decían sus preferencias. Suponía, también, y seguirá siendo así, una responsabilidad para los que nos están “esperando” cada sábado.
En cuanto al Campo de Trabajo, ha sido extraordinario compartir el tiempo de su salida en esos días. Por una parte, es una forma de construir y definir relaciones diferentes y por otra, supone un aumento de motivación para continuar con el cambio y ver su futuro de forma distinta y más positiva.
Los nervios del primer día, el paso por los controles, el olvido de mi número de credencial después del verano, los largos pasillos, el inmenso ruido de las puertas cuando se abren o cierran, el ajuste de los tiempos… han dado paso a un conocimiento interior propio y ajeno gracias a esta experiencia. Solo espero haber aportado, en este tiempo, un pequeño granito de arena a la calidad de vida de cada uno de ellos.
Belén
Una historia verdadera
De estos años como voluntario en prisión, en los que subimos cada sábado para realizar el taller con un grupo de personas, en la UTE 1, me llevo su agradecimiento por las “tardes de cine” y su perplejidad por el “carácter gratuito” de ese tiempo con ellos. ¡Que gracia me hace la importancia que le dan a eso de que “no cobramos” por la actividad de cine fórum!. Luego lo piensas y también lo vas entendiendo cuando conoces las condiciones que pesan sobre los ambientes donde se han movido, marcados por relaciones de puro interés. Esta vivencia que tienen de la actividad, nos muestra que nos hemos acercado a cómo ven ellos el mundo, y sobre lo que podemos influir en ello, acaso una miaja. Una sociedad más humana no pasa únicamente por relaciones basadas en la justicia, “a secas”. Hace falta también que se abran espacios de gratuidad que engrasen las tramas de la fraternidad.
Con frecuencia, antes de comenzar la sesión, les presentamos la historia que encierra la película, como ese viaje a lugares que quizás no visitarán pero donde coincidirían con gentes y circunstancias que pueden decir cosas útiles a sus vidas.
A veces las historias les evocan encuentros que han tenido, movilizan recuerdos gratos y tristes que se comparten, cuando los voluntarios sabemos cómo hacerlo. Me queda dentro el recuerdo de una película: “Historia verdadera de David Lynch” que contaba la reconciliación entre dos hermanos, después de años, en la que se veía reflejado un chaval que compartió emocionadamente con todos, como la UTE había sido el lugar de reconciliación con su hermano que también asistía esa tarde al taller.
A veces aplauden y esa es una gran paga. Otras bostezan. ¿Todos? Es verdad que les proponemos historias que quizás ellos nunca verían, pero apostamos por el poder de la cultura para empujar que su imaginación y reflexión puedan saltar los muros de la prisión, esos muros que dicen los médicos que acortan la vista y yo diría también esas otras miradas que no se valen de los ojos.
Cuando íntimamente me cuestiono la utilidad del taller me sale como un reflejo, la épica de personas como Federico García Lorca que se subían a una camioneta para llevar cultura a los pueblos más perdidos de España, con la convicción de que servía, porque la cultura tiene potencial para ensanchar la mirada, también la de la mente y la del corazón. Hay quien dice que la vida se queda corta y que es por eso que los seres humanos producimos cultura.
Y también me llevo del taller, mi salud mental. Hacer algo por otros, junto a otros me descentra, me oxigena.
Finalmente, no quiero dejar sin mencionar la suerte de participar en un Proyecto profesional riguroso y esforzado que se desvive por dar lo mejor a sus destinatarios. El elevado porcentaje de rehabilitación sin recaída así lo acredita. Como dice María, la directora, hasta los “expulsados” del programa hablan bien del Proyecto.
Raúl
MI COMPROMISO: SER FELIZ
Esta es mi única responsabilidad, ser feliz; cuidarme, valorarme, quererme, respetarme, procurarme espacios de cuidado, atender mis necesidades, relacionarme asertivamente, escucharme, poner en coherencia mi sentir, pensar y hacer, elegir lo que favorece mi bienestar… son metas por las que estoy dispuesta a superar obstáculos y aceptar consecuencias. Dicho así… ¡suena egocéntrico, muy egoísta! Pero al contrario, la experiencia de asumir responsabilidad únicamente sobre mi misma es lo que me acerca cada vez más a las personas y a la colaboración con otros, a través de un creciente sentimiento de unión en la idea de que todos hacemos lo que podemos para ser felices. Todos, privada ó abiertamente, reconocemos que queremos ser felices, es la decisión de pagar un precio lo que marca la diferencia entre el auténtico compromiso ó el simple deseo.
Pues así, dirigida a mis metas personales, apareció el compromiso con otros que me atrajo a cooperar en el voluntariado de Fundación Adsis y a participar en una de las actividades que realiza en el Centro Penitenciario de Asturias colaborando con las UTEs, el taller de desarrollo personal de la UTE 1; quiero contaros ahora la vivencia y el aprendizaje:
Las personas que integramos el taller, internos y voluntarios, construimos allí un espacio de respeto y apoyo que nos ayuda a crecer, nos alienta a trascender limitaciones que nos dañan y a potenciar capacidades que nos favorecen , despeja nuestra lucidez para descubrir nuevas posibilidades en nosotros, en la vida. Compartimos risas, pensamientos, lágrimas, juegos, sentires… mil formas de estar para expresar y descubrir una forma de ser, en camino a crecer y sentirnos más libres. Es un lugar de encuentro entre personas valientes que renuncian a lo cómodo para elegir lo que les favorece. ¡Gracias a todos por compartiros tan generosamente! Yo os considero como compañeros y maestros. Para mi es valioso vuestro ejemplo de personas que deciden comprometerse con sus metas y hacerse responsables de sus vidas, porque me dais fuerza para continuar con las mías.
Desconozco a donde me atraerá ahora el compromiso conmigo misma, lo que sé es que esta es mi única responsabilidad y lo que siento es una profunda gratitud por estar acompañada en camino a mi felicidad. Hasta pronto ¡Ojalá decidas ser feliz!
Oliva
Sumar para un mundo más respirable
Para mi ser voluntario representa dar salida a una inquietud vital, compartir gratis lo que soy porque mucho he recibido de balde. Lo siento como un deber, si bien nadie me lo exige. Y también porque me duele la injusticia.
Siento que ser voluntario me ofrece la posibilidad de sumar para un mundo más respirable. Y precisamente en un ámbito como la prisión donde sus habitantes sienten a menudo que “falta ventilación”.
La presencia de ADSIS, que promueve este voluntariado con privados/as de libertad, junto con otras asociaciones, es una apuesta por devolverles algo de lo que la sociedad les ha quitado o no les ha permitido. Es una apuesta por hacer presente la sociedad civil en un entorno donde las personas están anuladas por su conciencia de “condena que descarta”. Es una acción de restitución que, sin olvidar que son delincuentes, también quiere profundizar en una mirada que reconozca sombras que hablan de tremendas injusticias. Como aprendimos en alguna formación de voluntarios, el lastre de una “cuna” asediada por carencias (materiales, afectivas, educativas) “condena” a una vida difícil y ha conducido a la “sombra” a una gran mayoría de los destinatarios del Proyecto. Si hay una reflexión al respecto que me ha tocado es la del profesor Valverde que reconoce en primera persona que sus biografías y las nuestras son intercambiables.
Nuestra tarea entre otras, es hacerles llegar lo que la sociedad espera “de y por ellos”. Y contribuir para que el tiempo de privación de libertad no sea un tiempo perdido sino un tiempo aprovechado para crecer y rehacerse como personas que pueden hacer su aportación para una sociedad mejor. Esta es una letanía a repetir desde la palabra y la presencia.
Raúl
Y YO ME PREGUNTO
Si; no lo voy a negar. Lo he pensado más de una vez: cómo sería. Cómo emplearía mi tiempo en prisión. Cómo dosificaría mis relaciones. Cómo entrenaría mi cerebro para asumir un “confinamiento”. Cómo me aferraría a un futuro mejor. Cómo dosificaría mis emociones. Y, sobre todo, cómo sobreviviría a la falta de afecto directo de los míos.
Si; no lo voy a negar. También me lo planteo cada jueves que voy a prisión. Ellos y ellas comparten dos horas de su tiempo con nosotras. Y yo me pregunto: ¿sería yo capaz? ¿sería yo capaz de aparcar mi angustia vital para compartir un tiempo colectivo con buena cara, con buena disposición, con buen carácter, con generosidad?.
No lo sé; no sé si sería capaz. Probablemente, no. Si analizo mi comportamiento diario, cuando, después de un día agotador, me cuesta dar conversación a mis vecinos en el ascensor… ….probablemente, no.
Pero ellos y ellas sí; y lo hacen. Lo compruebo cada jueves. Cuando llegan las cinco –hora taurina-, ha transcurrido una semana, probablemente salpicada de decepciones, de malas noticias provenientes de sus abogados, de sus familias, de su entorno inmediato, de frustraciones, de abatimiento…..Y cuando llegan las cinco aparcan su dureza, su dolor, su angustia, sus miedos, su rabia…; los aparcan en sus celdas, en los pasillos, en el patio…en el estómago…. Y entran con una buena palabra, con una sonrisa, con un gesto amable, con generosidad, con entrega…
No es difícil ver el esfuerzo que hacen para sacar de sus entrañas el ánimo necesario para participar en las actividades grupales, para sincerarse, para mirarse en el abismo de su interior, para romper su muro, para vencer a la negación. Y todo ello entre las evocaciones del olor exterior que, irremediablemente, nostras generamos y que, sin duda, perciben como amables alfileres.
Y cuando acaban esas dos horas, nosotras volvemos a nuestras casas, con los nuestros; y ellos y ellas vuelven a recoger su dolor, su angustia, sus miedos, su rabia; eso sí, no sin antes dar las gracias. Dar las gracias. ¿Cuántas veces escucho esta palabra al día? Ni las reconozco, porque en su mayoría reproducen un mero gesto protocolario, vacío, automático, frio y distante, que se me hace imperceptible. Sus gracias, no; las de ellos y ellas vienen directamente escupidas a tus ojos.
Y yo me pregunto, de nuevo, ¿yo sería capaz?
Para mí, su actitud no es una respuesta autoimpuesta; para mí, es el resultado de unos destacables valores morales que ellos y ellas poseen, entendidos como valores sociales, imprescindibles para la supervivencia de la vida en comunidad.
Y yo me pregunto – y que alguien me responda, si puede- ¿acaso es que ellos y ellas carecen de esos valores sociales, casualmente, antes de entrar en prisión y los pierden, casualmente, cuando salen de ella?
Sinceramente, no me lo creo.
Ana María
El pasado 5 de Diciembre celebramos el día del voluntariado. En el Centro Calatrava se juntaron alumnos procedentes de IES de diversos lugares de Asturias para participar en el Día del voluntariado y asistir a la entrega de premios del Concurso de carteles: Voluntad es lo que te diferencia. Antes de la entrega de premios, las Organizaciones de la Red Asturiana del voluntariado realizaron talleres de sensibilización sobre la participación voluntaria y los distintos ámbitos de participación: salud, diversidad funcional, integración social...
Fundación Adsis y Norte Jóven de Mieres realizamos un taller de forma conjunta sobre el acompamiento a la Inserción en el que participaron alumos y alumnas de varios Centros.
La experiencia fue muy grata , las personas participantes realizaron su propia experiencia de acompañamiento e intercambiamos inquietudes, experiencias, motivaciones...entorno a la participación voluntaria y a la solidaridad.
Una forma muy prestosa de celebrar el día del voluntariado
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