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“Cuando el alumno está preparado, aparece el maestro”
Ha llegado mi momento. Tengo cincuenta y tres años cumplidos en confinamiento, sola y con la única compañía de mi perra Noa, mi mejor amiga y algo se está moviendo dentro de mí que me dice: “Ya no puedes seguir así. No pierdas más tiempo que es demasiado valioso”.
Toda mi vida ha estado dedicada a todo el que me rodeaba, padres, hermanos, sobrinos, hijos, siempre haciendo lo que se esperaba de mí, y yo pensaba que era valorada. ¡Que mentira! , solo se aprovecharon de la falta de cariño que tenía, de mi baja autoestima, de mis buenos sentimientos, de mi gran corazón. Yo mendigaba ese amor y por ello seguía, pero cada día me iba destruyendo un poco más por dentro: dolores, medicación, ansiedad, enfermedades…Mi vida se iba quebrando, estaba vacía y construí una coraza para no mostrar debilidad, me fui olvidando de quien era, de mi verdadera esencia.
Siempre me definí como una superviviente, me caí muchas veces, pero había algo, no puedo explicar qué es, que terminaba por hacer que me levantase. Acumulo muchas heridas, algunas siguen sangrando todavía. Hubo terapias, psicólogos, psiquiatras, medicación…esperando el remedio mágico. No llegó ese remedio, pero de cada momento saqué algo positivo que me fue haciendo tirar, sobrellevando esas heridas. Ya no lloraba mes tras mes, pasó a ser algunas semanas, días y ahora algún rato de desahogo, pero enseguida me levanto y sigo.
Estoy descubriéndome a mí misma, siento una fuerza dentro que me empuja hacia arriba. Mis pensamientos son de otra manera, lo malo no ha desaparecido, mí pasado tampoco pero lo veo y lo gestiono de forma diferente.
¡ He tomado el control de mi vida¡. Me queda un largo camino pero he descubierto que cuando hago las cosas de forma diferente a la habitual, cuando pienso más sosegada, los resultados son mejores, mis momentos son de calidad y estoy empezando a sentir algo que puede ser la Felicidad.
Lo que necesito está en mí, ahora lo sé. …¡Voy a darme mi lugar!. Y cada día me repito: me quiero, me amo, me respeto, me perdono, y sobre todo “YO PUEDO”.
Elena
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